Técnica: Talla en madera de pucté intervenida con acrílicos y mixta.
Dimensiones: 130 x 130 cms
En su corazón, tallado en la noble madera de pucté, el rostro del hijo de Pakal emerge de un fondo de oro y jungla. Su piel, de un profundo azul cobalto, parece bañada por el crepúsculo. Los labios entreabiertos, quizás pronunciando un nombre sagrado, revelan una serenidad milenaria.
La cabeza está coronada por un tocado de plumas y jade, una cascada escarlata y turquesa que danza sobre su frente, símbolo de poder divino y terrenal. Grandes aretes y un collar de cuentas finísimas realzan la nobleza de su porte.
Todo ello se enmarca en una estructura pétrea de colores mixtos, donde los tonos celestes y ocres se entrelazan. Esta arquitectura irregular, con sus picos y ángulos, evoca las estelas y templos mayas, un portal del tiempo que ancla la imagen del joven príncipe a la eternidad de Palenque. Es un fragmento de sueño, una memoria esculpida.
